lunes, 22 de febrero de 2010

Portada de PIANO COLOMBIANO EN CONCIERTO

sábado, 13 de febrero de 2010

Nota biográfica de LUIS CARLOS PRADA


Nace Luis Carlos Prada un 6 de agosto de 1920 en su ciudad que tanto amó, cuyo nombre involucró en sus bambucos Neivanita y Neivana. Su profesión, con la cual se ganó la vida y crió a su familia, mecánica de vehículos, la alternó en una primera época como músico cantante de la Orquesta Iberia que fundó el español Pepe Mena, orquesta que en los años 50as. amenizaba los principales eventos sociales de la ciudad de Neiva. Después fue miembro de la Orquesta del Chato Barrera, como saxofonista y cantante.
Se asoció con su amigo Vicente Romero como autor de la letra del bambuco Embeleso que ganó el primer premio del II Concurso de la Canción Inédita del Tolima, premio denominado “Pedro J. Ramos”, en la ciudad de Ibagué. La obra fue cantada por Ma. Mercedes Falla.
En 1964 se celebró el primer Concurso Nacional de Composición "Jorge Villamil Cordobez"  dentro del Festival Nacional del Bambuco en Neiva, que fue ganado por Luis Carlos Prada con su bambuco instrumental El Chato Barrera; en tantos años subsiguientes el Pipa, como cariñosamente se le conocía, fue finalista en muchos concursos.
Asociado con otros compositores paisanos suyos grabo varios LPs.

El Pipa Prada poseía un excelente caudal de variada inspiración que le permitía componer diversos géneros de ritmos, algunos bailables, pero principalmente dirigía su atención a las canciones en aire de bambuco de los cuales dejó un buen número con su impronta característica; además queda su cumbia Mito Huilense, pieza fuera de serie, que lo posiciona como uno de los compositores más importantes. Su bambuco instrumental El Chato Barrera, es un clásico del género fiestero en el Huila, pieza de excelente hechura, que testimonia la gran amistad que vinculó al Pipa en sus primeros años del trajinar musical con José Gregorio Barrera, el gran Chato Barrera, que sin ser chato, heredó el apodo de su padre, y lo convirtió en paradigma de excelsitud en los instrumentos que le dieron fama como ejecutante: trompeta y saxofón.
No eran de balde las cualidades musicales y poéticas de Luis Carlos Prada: cargaba en sus genes potente legado literario, como hijo del gran filólogo y lingüista huilense Julián Motta Salas; el Pipa Prada se complacía en hacer esta declaración. Su madre se llamó Casimira Prada.

lunes, 1 de febrero de 2010

PEDRO MORALES PINO. Nota biográfica.

Músico vallecaucano (Cartago, febrero 22 de 1863 - Bogotá, marzo 4 de 1926). Hijo de José Morales y Bárbara Pino, el maestro Pedro Morales Pino viajó por primera vez a Bogotá en 1877. Según José Ignacio Perdomo Escobar, «era tan notable músico como pintor [...] Estudió en Bogotá en la Academia Nacional de Música con don Julio Quevedo. Después de poseer sólidos conocimientos musicales, se entregó de lleno al cultivo de la música típica, arrebató de las manos rústicas de los promeseros el tiple y la bandola, para transformarlos en instrumentos aptos para reproducir todos los sentimientos y cultivar esos ritmos errantes y dispersos con la técnica depurada de un arte verdadero». En 1897 organizó la Lira Colombiana, agrupación que llegó a contar con 16 integrantes y de la cual era director y primera bandola. Esta estudiantina tuvo varias etapas, en 1899 la integraban Carlos Wordsworthy, Blas Forero, Gregorio Silva, Carlos Escamilla (el popular "Ciego"), Isaías Rodríguez, José Vicente Martínez, Silvestre Cepeda y Julio Valencia. Con ella, el maestro Morales Pino recorrió varias ciudades del país; en Medellín, sentó las bases para la legendaria Lira Antioqueña. Luego pasó a Panamá, San Salvador, Guatemala y, más tarde, a Estados Unidos; según datos de Jorge Añez, la Lira Colombiana fue la segunda agrupación que salió de Colombia en misión artística. En Guatemala, el maestro Morales Pino contrajo matrimonio con la señora Francisca Llerena, notable pianista. En Estados Unidos alcanzó grandes éxitos; "Colombians made a Hit", decía el título de una nota aparecida en el Buffalo Evening News. Durante esta gira el grupo se fue diezmando poco a poco por diferentes circunstancias, hasta que en 1908 se extinguió.

El maestro Morales Pino fue un ejecutante de rara habilidad tanto en la bandola como en la guitarra, instrumentos para los que escribió sendos métodos. Además, a él se debe el perfeccionamiento de la bandola; agregó a los cinco órdenes de cuerdas (sol, re, la, mi, si) una sexta cuerda (con la nota fa sostenido), con lo cual hizo más completo este instrumento. Morales Pino fue un músico innato, por temperamento y por disciplina; se consagró íntegramente a su profesión con fe, desinterés y abnegación. Su aporte a la música colombiana es esencial, pues a la tradición oral que existía hasta 1890, le sumó lo más importante para su desarrollo y universalización: la escritura. A cada ritmo le marcó su estructura precisa que, por lo perfecta, fue acatada por todos los compositores en los años siguientes. Así, uno de sus aportes fundamentales fue haber llevado el aire del bambuco al pentagrama. Por otra parte, la historia de la música colombiana no registra otra persona que haya divulgado en forma tan amplia y original nuestra música, en una época marcada por la limitación de los medios de comunicación. Sus varias excursiones artísticas por el país y por América Central y Estados Unidos a principios del siglo XX, y por Suramérica años más tarde, son muestra fehaciente de ello. Músico y pedagogo, cuentan que, antes de iniciar sus ensayos, el maestro Morales Pino dictaba toda una cátedra sobre el origen, las modalidades, la estructura y desempeño instrumental de cada obra, logrando con esto que sus alumnos se compenetraran cabalmente para lograr una perfecta ejecución. Su semilla, el reflejo de su sapiencia y entrañable amor por la cultura nacional, quedó sembrada en una lujosa nómina de discípulos: Ricardo Acevedo Bernal, Emilio Murillo, Fulgencio García, Carlos Escamilla, Luis A. Calvo, Alejandro Wills, Max y Pedro Concha, Jorge Rubiano y los Romero.

La copiosa producción musical del maestro Pedro Morales Pino, que puede llegar al centenar de composiciones, especialmente instrumentales, comenzó hacia 1890, con intermezzos, valses, danzas, pasillos, gavotas, bambucos y otros. Entre sus piezas más conocidas están: los pasillos "Joyeles", "Reflejos", "Lejanía", "Pierrot", "Confidencias", "Intimo" y "Una vez"; los bambucos "El Fusagasugueño" y Cuatro preguntas, que se toma como modelo del género, como bambuco-tipo; y los valses "Ana Elisa", "Mar y cielo", "Voces de la selva" y "Los lunares". Entre sus obras para orquesta se destacan "La fantasía" (sobre dos temas nacionales colombianos), la "Suite Patria" y el intermezzo "Brisas de los Andes". También sobresalen los bambucos "Trigueña" e "Ingrata", con letra y música de su autoría. Después de vivir un tiempo en Guatemala, el maestro Morales Pino regresó a Bogotá en 1912 y fundó su segunda Lira Colombiana, con Luis A. Calvo, Carlos Escamilla, Manuel Salazar, Blas Forero, Ignacio Afanador, José María Forero, Andrés Avelino Montañez, Luis María Pinto y Jorge Añez. Por esta época compuso las danzas "Divagación" y "Onda fugaz", con letra del poeta Carlos Villafañe. En 1916 murió su esposa, razón por la cual regresó a Guatemala en busca de recuerdos. Cuando lograba recuperarse, ocurrió el terremoto de Guatemala en 1917, y decidió regresar a Bogotá. En la capital realizó algunas actuaciones y después una gira por Suramérica. Como su salud se fue deteriorando, dedicó su tiempo a dibujar retratos al crayón (que había sido una de sus primeras actividades) con gran habilidad. Debido a las dificultades económicas que lo acosaban, tuvo que pignorar sus valiosas condecoraciones, recibidas de distintos gobiernos en sus giras internacionales. Enfermó de gravedad, y sus hijos Alicia, Rebeca, Raquel y Augusto, por carencia de recursos, se vieron obligados a llevarlo a la sala de caridad del Hospital San José. De allí lo sacaron Ricardo Acevedo Bernal y el fotógrafo Juan N. Gómez, tan pronto supieron la noticia. Tres días después, el 4 de marzo de 1926, falleció rodeado tan sólo de sus hijos y un puñado de fieles amigos.
WILLIAM ATEHORTÚA ALMANYA